lunes, diciembre 13, 2010

LA FE COMO AUTOHIPNOSIS


Créetelo, créetelo, créetelo.
Me lo creo, me lo creo, me lo creo.
Después de cierto tiempo, la creencia se vuelve automática, actúa con algo que parece espontaneidad, como suelen hacerlo los prejuicios, y cómo estos, pasan desapercibidos para quien los aloja, (que no suele ser el único que los padece, porque siempre termina causando otras víctimas colaterales).

Resulta muy difícil conseguir que alguien vea y comprenda sus propios prejuicios: no los asume como tales, le parecen verdades indiscutibles, y por eso lleva mal que se las discutan.
Intentar razonar sobre algún asunto con alguien que tiene prejuicios al respecto... es una tarea casi imposible, casi siempre condenada al fracaso.
Los prejuicios son gafas de lentes tintadas de un color que modifica todo lo que ve.
Los prejuicios son un derivado de la fe, de las creencias, de todo eso que algún día nos condicionaron a dar por aceptable pero sin mediar explicación alguna y sin razonamiento, y que condiciona tanto como un sistema operativo.

No es fácil despojarse de las creencias y conformarse con aceptar apenas algunos convencimientos provisionales, y algunas devociones sentimentales exentas de justificación, dejando atrás las falsas premisas que nunca fueron tales. Pero si se consigue dejar atrás todo eso...las difucultades no han hecho más que empezar: entonces es cuando descubres a todos los que aún siguen allí donde tu estuviste, atrincherados en sus convicciones, obstaculizando cualquier razonamiento adecuado, descartándolos, negándolos y reprochándote que no les entiendas, pero sin querer entenderte a ti.

sábado, septiembre 25, 2010

espejismos de la comunicación.


“Te lo he dicho con toda claridad”, cuando sólo está claro para quien lo dice, no para su interlocutor. La comunicación siempre es una pretensión, nunca está garantizada, es un empeño. Algunos ni siquiera entienden esta premisa, este hándicap, y pretenden que todo el esfuerzo corra por cuenta del otro, que se esfuerce por comprendernos, cuando el esfuerzo debe siempre ser realizado por ambos, siempre. Desde luego que una mayor destreza en la elaboración del discurso minimiza las oportunidades de mala interpretación, que una mayor vehemencia puede hacer más asimilable el discurso, más comprensible el mensaje. Desde luego que una mayor cultura, puede resultar de mucha ayuda, a ambos, al que intenta hacerse comprender y al que intenta comprender lo que le están diciendo.
“Has dicho que…” y resulta que uno no se reconoce en lo que le dicen que ha dicho. Puede que al manifestar su sorpresa por haber sido tan mal interpretado le sea reprochada la aclaración y que ésta sea considerada un recurso para zafarse de sus consecuencias. A veces nos posicionan previamente a cualquier manifestación, y lo que podamos decir se interpreta desde ese prejuicio: más que entendernos, parece que buscasen constatar que somos tal como nos imaginaban (como sospechaban que somos) y todo intento de aclarar el equívoco sea mal recibido, como si sólo fuera un subterfugio nuestro para no asumir que somos como nos han imaginado que somos. Cuando sucede esto último resulta arduo recuperar nuestra posición propia y real, parece que en lugar de aceptar lo que decimos, tuviéramos que demostrarlo, que tuviéramos que demostrar que sus prejuicios respecto a nosotros no son legítimos, que tengamos que ser nosotros quienes nos legitimemos: “Yo no he dicho eso que dices que he dicho, ni soy quien crees que soy”. Casi siempre sucede porque el otro se ha precipitado a perfirlarnos y después se muestra reacio a permitirnos ser quien de verdad somos, no les gusta que no encajemos en su juicio previo y precipitado. No parecen servir de mucho las posteriores explicaciones, es como si se nos culpara por no encajar en el retrato robot que han hecho de nosotros. No nos ven, sólo parecen ver un espejismo de lo que somos.

sábado, junio 19, 2010

lenguaje e ilusión.



..."Entre los respectivos sistemas de proposiciones que conforman las Investigaciones filosóficas de Wittgenstein y los Yogasutras de Patanjali media una distancia cultural y geográfica que los convierte en universos aparentemente inconmensurables; no obstante, son dos métodos de aproximación al conocimiento de la mente que desvelan tanto la capacidad de la conciencia para descubrir su funcionamiento como sus límites. Ambos proponen un trabajo arduo de observación y de desidentificación de la conciencia para con los procesos de pensamiento. Mientras los Yogasutras se presentan como guía hacia la detención del proceso mental (descripción de obstáculos, alteraciones mentales y modo de eliminarlos), Wittgenstein se preocupa de desestructurar las viejas creencias y mostrar que no hay salida, ningún metalenguaje desde el que considerar los juegos de lenguaje. ¿Fue, el último filósofo, más oriental que sus coetáneos?

No estoy hablando de un tema que le competa sólo a la filosofía. Nos concierne a todos. Nuestro mundo: nuestro lenguaje. Presos en el logos. Sus límites, los del pensar, infranqueables. Moverse en el filo tiene un precio: el vértigo. Y una recompensa: descubrir la farsa, la ilusión, tan sólo para volver a internarse, más lúcidos (des-ilusionados), aunque quizá más tristes. El logro: reírse".

www.elpais.com/articulo/portada/limites/razon/elpepuculbab/20100619elpbabpor_32/Tes

Esperamos que la razón nos asista para detectar los espejismos y reconocerlos como tales, pero la mente se maneja a menudo mediante razonamientos que no son sino ilusiones de objetividad y buen juicio. Concebimos, analizamos, y actuamos, en base a ilusiones que sólo (acaso) podamos comprender que son meros espejismos si lo intentamos con el empeño suficiente y un poco de suerte.

lunes, mayo 31, 2010

Tú o tu personaje?



Esas ganas de "encontrar" rasgos identificables del autor en sus personajes, que tan frecuentemente manifiestan los lectores. Esa tendencia que como lectores nos lleva a extrapolar sucesos que se narran dentro de una historia de ficción, como huellas de las vicisitudes biográficas de su autor. Quizá también, a veces, eso mismo, simétrico, en el propio autor, por si sus personajes le brindan algún aura...por si le transfieren algo que le permite embellecer o modificar beneficiosamente la versión pública de su auténtica peripecia vital, mejorar los rasgos de su verdadera personalidad de individuo que no sólo es autor. (Aunque sea, incluso, confiriéndole un perfil más siniestro, o más maldito, o de superviviente, cuando quizá ha tenido una vida sin demasiados sobresaltos, convencional).
Después llegarán los biógrafos (o los periodistas) "interpretando" todo ese material que siendo estrictamente literario desembocará, quizá, en un nuevo aspecto público del autor, en una personalidad aparentemente fidedigna, creíble, pero puede que reconfigurada a partir de intuiciones poco contrastables, consecuencia de la interpretación imaginativa de las aparentes coincidencias con la vida del autor que se asoman en la obra del biografiado, de una pretensión del biógrafo por parecer enterado o perspicaz, que a partir de fragmentos o sustratos de la obra de su biografiado que guardasen algún parecido remoto con la vida conocida y contrastable del autor biografiado le permitan "imaginar" otra biografía que al biógrafo le parezca más real o más completa, que desvela algo, que retrata mejor al autor que pretende biografiar. Así es como pueden producirse curiosas paradojas: que la obra de ficción contenga mucha verdad a pesar de ser mayormente ficción imaginada, y que la biografía sea, de tan poco científica, mucho más fantástica que la obra del biografiado, pero con pretensiones de ser cierta.

sábado, mayo 15, 2010

el espejismo del dinero


Para este espejismo he pedido ayuda técnica. De economistas. Para que no parezca una perorata idealista. Cierto que sólo trata de un aspecto parcial del espejismo del dinero, pero algo es algo. Cuando encuentre algún otro especialista que me ayude en otros de los espejismos que provoca el dinero, también os lo traeré.

La "ilusión del dinero" es una expresión basada en la realidad, y es la tendencia de la gente a pensar en el valor facial del dinero en vez del poder adquisitivo de la moneda, dice Edse Dantuma, economista de ING Group. Esto ocurre con más frecuencia y es más importante de lo que la gente cree.

Dicho de otra manera, ¿qué preferirías, que te aumentaran el salario 3% con una inflación de 5%, o un recorte de 2% de su sueldo a cambio de precios estables? Pregunta Carlos Martínez-Cava, abogado español y columnista de Semanario Atlántico on line.

Si elegiste la primera opción has caído en la trampa de la ilusión del dinero, por la cual las personas valoran más un aumento de ingresos, sin importar si pueden comprar más ya que en ambos casos, el poder adquisitivo queda igual".

Esto se debe a que mucha gente observa un aumento de sus ingresos como algo positivo, incluso si el incremento queda anulado por la inflación.
http://www.cnnexpansion.com/mi-dinero/2010/05/13/dinero-inflacion-salario-real-expansion

martes, abril 06, 2010

el espejismo de las preguntas

Es otro espejismo esperar que una pregunta haya de proporcionarnos una respuesta.
Pero todos nos las hacemos, continuamente. Los científicos, y los filósofos, por 'deformación' profesional. Una parte de las respuestas que obtienen son provisionales, de tránsito hacia otra que esperan acaso les responda mucho mejor todas las cuestiones que incluía aquella pregunta anterior. Se acomodan a las respuestas que se van encontrando y que nunca son hallazgos sino simples tentenpiés con las que proseguir con sus preguntas.
Las cuestiones esenciales carecen de respuesta.
Preguntárselo todo acaso no está mal, siempre y cuando no esperemos que nos vaya a proporcionar alguna respuesta que de verdad lo sea.

domingo, enero 10, 2010

el azar, la lotería del destino


El azar ha tenido su momento estelar anual: la lotería. Y al filo del nuevo año, pocos serán quienes no hayan formulado algún deseo, que es una comanda que le hacemos al azar. No creemos, pero practicamos. La costumbre, muchos siglos de costumbre.
Azar, Destino y Casualidad, tres palabras que son y no son lo mismo, cargadas las tres de mucho poso. "Era su hora", oímos decir de alguien que ha muerto inesperadamente, en un accidente, como si ese fuera decididamente su destino. ¿El destino un accidente? ¿La mala suerte un destino?
Unos adjudican su triunfo a su destino, como si fuera irremediable, merecido sin duda. Otros se amparan en él para aliviar su fracaso. La casualidad parece que no juega en esta misma liga, o lo hace en segunda división. Nadie dice "se murió por casualidad", o "triunfó por casualidad", pero podría decirse, quizá debiera decirse.
El Azar siempre anda por medio. Tendemos a considerarnos tan importantes, tan autosuficientes, tan capaces de todo por simple voluntad, que solemos desconsiderar que el azar se ducha con nosotros o se pone a jugar con el calentador del agua, se acuesta con nosotros o juega con las manecillas del despertador, conduce nuestro vehículo o es una mancha de aceite en el asfalto, y que es el socio invisible y caprichoso de nuestra vida. Unos prefieren encomendarse al destino o al azar, cómoda e irresponsablemente. Otros insisten en considerarse únicos decisores de sus vidas. Puede que sólo dispongamos del 50% de las acciones, que la otra mitad estén en manos de las circunstancias más casuales e inesperadas, caprichosas incluso, hasta absurdas, siempre inesperadas.